La fuerza de la responsabilidad personal - Sufi.cat
4674
post-template-default,single,single-post,postid-4674,single-format-standard,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode_grid_1300,qode-content-sidebar-responsive,qode-child-theme-ver-1.0.0,qode-theme-ver-13.7,qode-theme-bridge,disabled_footer_top,wpb-js-composer js-comp-ver-5.5.5,vc_responsive
La fuerza de la responsabilidad personal. Mesa redonda

La fuerza de la responsabilidad personal

La crisis de valores actual desde diferentes puntos de vista fue una mesa redonda organizada por la Fundación Al-Moultaqa en el marco del Village Solidaire. El acto se realizó de manera online el 7 de noviembre de 2020 y contó con la participación de Pere Garcia, María Colín, Tatiana Cheima Mourad y Arnau Oliveres y moderada por Marcel Plana. Este es el enlace para verlo:

https://www.youtube.com/watch?v=GR_tdAuLmbs

Las palabras que guiaron mi participación en la mesa fueron las siguientes.

La fuerza de la responsabilidad personal

Uno de los aspectos de la crisis de valores actual es la falta de resposabilidad de las personas. A menudo las personas entienden que desde su salud hasta sus formas de entretenimiento, o temas como el arte o la ciencia están en manos de otros: del estado, de los expertos, de las empresas etc.

Actualment muchas personas se desautorizan a si mismas y dejan en manos de otros lo que podría estar en las suyas. Esa desafección es uno de los signos de los tiempos actuales. Existe un tedio generalizado, una actitud de “yo hago lo que me dicen” que se debe a una cierta dejadez y falta de responsabilidad, dejadez.

La enseñanza del sabio Confucio

Escuchemos unas palabras del sabio Confucio:

Antiguamente, para que resplandeciera la luz de la virtud por todo el Universo, uno comenzaba para ordenar su propio país. Para ordenar el país, comenzaba para poner orden en la propia casa. Para poner orden en casa, empezaba para perfeccionarse a sí mismo. Para perfeccionarse a sí mismo, comenzaba para rectificar su corazón. Para rectificar su corazón, procuraba que su intención fuera íntegra. Para que su intención fuera íntegra, perfeccionaba su discernimiento. (La gran sabiduría. Adaptación a partir de Angus C. Graham, El dao en disputa, p. 194).

La propuesta de Confucio es la de realizar lo que todas las tradiciones espirituales nos invitan a hacer: retornar a la escucha de la interioridad y a la observación del entorno. Sin prisas pero sin filtros ni engaños: ¿Qué es mejor que podemos hacer para ayudar a los demás, a nuestros vecinos, a nuestro país? Cultivarnos como personas, porque al dignificarnos a nosotros mismos ofreceremos mayor dignidad a los demás. Y, ¿qué debemos hacer para mejorarnos como personas, es decir, dignificarnos? Adquirir discernimiento, es decir, atender a los demás y ver el mundo tal como es, no tal como queremos que sea.

No hay una trabajo exterior que sirva a los demás sin un cultivo de la interioridad, y no hay autocultivo sin una debida atención al entorno. El interior y el exterior son correlativos, y desatender una de los dos espacios es desatender el todo.

Las prácticas espirituales

En ese sentido, los ejercicios espirituales que nos ofrezcan –desde una tradición u otra– deben ser bidireccionales: nos deben beneficiar a nosotros, hacernos mejores discípulos, ordenarnos por dentro. Pero no todo se reduce a calmar el ego y alcanzar la paz interna, porque la espiritualitat también está al servicio de la dimensión externa de la existencia.

Las prácticas espirituales de las diferentes tradiciones religiosas nos procuran ese doble regalo. Promueven la salud interna (emocional, fisica y espiritual) y externa (convivencia, paz, justicia).

Las pràcticas rituales emporderan a quien las practica, convirtiéndola en una persona más libre y feliz. Eso la predispone para que puedan gestionar su vida sin caer en la dejadez. Es decir, promueven la resposabilidad social.

El mensaje del Corán

Diós no modifica el estad de un pueblo hasta que los individuos que lo componen no se modifican a si mismos. (13:11)

Eso dice el ayat 11 de la sur 13 del Corán, lo cual es muy parecido a lo que Confucio pregonaba. Eso es, exactamente, lo que el método sufí, surgido del Corán y transmitido de maestro a discípulo, ha procurado durante siglos. El sufismo es una via hacia la excelencia de comportamiento, lo cual es igual de beneficioso para la persona en cuestión como para quienes lo rodean.

La virtud de la constancia

Para que surjan efecto la prácticas, sin embargo, no basta con practicarlas un día y olvidarse. La clave está en convertirlas en un hábito. Si el objectivo es cambiar, si lo que quiera la persona es tranformarse y con ello transformar el mundo, debe hacer de las prácticas espirituales un disciplina diaria.

La regularidad en las practicas es un requisito para que brote ese fruto. La constancia, la perseverancia y la paciencia son unos valores que surgen, poco a poco, a medida que se los cultiva. Son la consecuencia de ponerlos en práctica. Hay que ejercerlos. En la práctica cotidiana está su secreto y efectividad.

Un hábito es, por definición, aquello de frutos es decir. La via espritual es una práctica, un camino, un proceso de cambio gradual, que transforma progresivamente la actitud del discípulo y guia las acciones.

La práctica de los ritos es un trabajo que pone a la persona en disposicón de ver el mundo tal como es, aceptando su naturaleza y complejidad, y lo convierte en un individuo responsable, capaz de discernir en qué medida participa del mundo y lo influye.

No Comments

Post A Comment

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies